Una flor para los vivos al agua vamos a echar.
Babosa la flor.
Que dejó su rastro en píxeles muertos de piedra y cemento.
De las costas cubanas.
Con la cresta en alto.
Lágrimas infinitas que sólo encuentran consuelo en el mar.
Prohibido encontrar tesoros.
Y sus flamencos.
Excelente cobertura de pudriciones, camuflajeando la decadencia de largas décadas silvestres.
No hay mar que por tierra venga.
De los peces de colores.
Hierbas metálicas de la herrumbre sin fragancia.
Sin pinzas de repuesto.
Para refrescar y juguear.
Cayendo unos, creyendo otros.